“Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una
utopía
que nos permita compartir la tierra”, Gabriel García
Márquez
La Isla de la Piedra, Sinaloa, diciembre de 2015
Terminamos un año al que cada quien pondrá recuerdos, imágenes
y momentos que lo colmaron o lo marcaron. Aprovechando las fechas
decembrinas y antes de terminar un ciclo y comenzar otro, esta
bloguera convoca a que nos compartan fotografías tomadas por ustedes
mismos con el tema de la bicicleta y alguna frase, anécdota o experiencia relativa, al correo
batosgarabatos@gmail.com,
con fecha límite de este domingo 3 de enero a las 12 de la noche. No
importa la cámara con que hayan tomado la imagen, la fecha o
el lugar; la única condición es que sea de su autoría y esté
relacionada de alguna forma con el ciclismo. Las mejores fotos serán publicadas en este espacio y la más destacada ganará un ejemplar del
saboreable libro Diarios de bicicleta
de David Byrne. Les dejo un ejemplo de una escena captada hace dos
días en la Isla de la Piedra, en Sinaloa, junto con el deseo de un
pleno 2016 para todos.
Un vistazo del premio:
PD. Esta publicación es absolutamente en serio, ya nada de bromas para los inocentes :)
El 26 de diciembre pasado se levantó la fase de precontingencia
ambiental en la ciudad de México, por la que se canceló el Paseo
Navideño Nocturno en Bicicleta. Foto Francisco Olvera / La
Jornada
México, DF. A partir del 4 de enero de 2016, todos los
lunes sólo podrán circular bicicletas y transporte público en el
primer cuadro de la ciudad, donde se impedirá el paso a cualquier
vehículo privado, según informaron en una conferencia de prensa
conjunta el jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel
Mancera, y la secretaria de Medio Ambiente capitalina, Tanya Müller.
Mancera Espinosa indicó que la medida será implementada de
manera permanente en el Centro Histórico capitalino y que buscará
apoyo de otras áreas de gobierno para una difusión intensa, que
permita fomentar aún más los transportes ecológicos, además de
combatir los fuertes niveles de contaminación ambiental que asolan
el Distrito Federal.
“Es tiempo de combatir de forma más efectiva la contaminación
e incentivar el uso de la bicicleta y el transporte público.
Empezaremos con todos los lunes del mes, cuando no podrán circular
automóviles por el Centro Histórico. Veremos cómo funciona la
medida y paulatinamente la iremos ampliando en la medida de lo
posible, de forma funcional para una ciudad como la nuestra”,
apuntó el jefe del gobierno.
“No más paseos ciclistas cancelados por contaminación. Es
tiempo de más bici y transporte público
#LunesSinAuto”, publicó en su cuenta de Twitter la titular de la
Sedema, Tanya Müller, en referencia al Paseo Navideño Nocturno en Bicicleta suspendido el sábado 26 de diciembre pasado, debido a la
precontingencia ambiental.
En redes sociales se difundió ampliamente la etiqueta #LunesSinAuto, que causó numerosas reacciones de apoyo, aunque también amplias críticas entre los cibernautas.
Nota para los lectores: El Día de los Santos Inocentes "nos recuerda lo que somos durante los otros 364 días del año", dijo Mark Twain. La noticia anterior es meramente ficticia y su único fin es jugar una pequeña broma de
fin de año (que ojalá algún día tenga algo de verdad...)
“Los peores embusteros son nuestros propios
temores”, Rudyard Kipling
Vencer el miedo cuesta trabajo, pero más allá de él se abren
mundos inesperados para el que da el paso, como al que accedió Addy Resendez, quien por mero azar se aventuró en el ciclismo de montaña,
hace apenas cuatro años, y ahora es campeona nacional de Enduro
2015. En el trayecto, fue superando temores propios y retos físicos
y sociales, sobre todo una discriminación hacia las mujeres dentro
del ciclismo de competencia, de la que casi no se habla. Ahora, su
propósito de año nuevo es impulsar el deporte femenino y su primer paso será una rodada principiante de montaña para mujeres el 17 de enero (más información y registro aquí).
Video: Agustín Salgado
Son las 7 de la noche y hemos quedado de ver a Addy (@adiposa) en un cafecito
de la colonia Roma. El sol se escondió ya, cuando a lo lejos la
vemos llegar. La escena hace voltear a más de un curioso, pues entre
las calles ya oscuras se abre paso la joven de 32 años, montada en
dos ruedas y escoltada por dos perros Alaska malamut –que más bien
tendrían que ser Alaska mamut, por su impactante corpulencia–. Al
llegar al café, como todo ciclista precavido, amarra con cuidado su
bicicleta profesional al árbol más cercano y, junto, coloca a sus dos
fieles guaruras de cuatro patas.
La entrevista transcurre entre sorbos de té chai, café, aullidos
dignos de un lobo (de la pareja de canes “consentidos”, que en
todo momento llama a alaridos a su dueña, para recibir una caricia),
así como entre constantes interrupciones de viandantes que se
sorprenden al ver a los perros y se detienen un momento a preguntar
de qué raza son, cómo se llaman, si se pueden tocar sin miedo a
perder la mano o cuántos años tienen.
La entrevista transcurre entre sorbos de té chai, café, aullidos dignos de un lobo y preguntas de los viandantes curiosos. Foto de la bloguera
La aventura comenzó cuando Addy compró a los dos “incansables”
Alaska, que bautizó como Ookla y
Sheri, y a los que por más que sacaba a correr y trataba
de cansarlos, sólo se agotaba ella, porque necesitaban más y más
ejercicio. Fue entonces cuando buscó por Internet deportes para la
raza y encontró el mushing,
que es la tracción de trineos con perros. De ahí se unió a un
grupo en Cuautitlán Izcalli. “Como en todo deporte especializado en el país, eran
pocas las mujeres que lo practicaban, y la mayoría sólo iba
acompañando al esposo o novio”, cuenta la también publicista y
especialista en diseño audiovisual.
Del mushing, encontró
la subdisciplina del bikejöring, que
es cuando una persona en patineta o bicicleta es impulsada por
perros. Y del bikejöring, pasó
al dryland: específicamente, un ciclista jalado por canes en una montaña. Así, entró
a las terracerías y bosques del Ajusco, Cahuacán y Peña de Lobos y
descubrió su amor por la velocidad y su pasión añeja por la
montaña –ya que hace unos años fue guía boyscout–,
y decidió empezar con el ciclismo de montaña.
La aventura comenzó cuando Addy compró a los dos “incansables” Alaska, que bautizó como Ookla y Sheri. Foto: Addy Resendez
Tiempo de encarar los
reto-miedos...
El primer reto-miedo que la asaltó fue que “no conocía a nadie que
hiciera montaña. Hasta ese momento, todo lo que había hecho era
ciclismo urbanito, en bicis normalitas. El reto inicial
fue conseguir a gente que supiera. “Pagar por que me guiaran no era
una opción, porque mucho tiempo fui scout y hacíamos
campamentos sin cobrar”, narra la joven con una pasión que la
lleva a revivir escenas y emociones, reflejada en un brillo distinto
que inunda sus ojos color avellana.
Con la idea de la montaña en mente y sus dos perros, hizo una
búsqueda online de personas que se avocaran a la disciplina y
sin afán de lucro. Se encontró con el grupo de People for Bikes,
que salía “como cuates” a la montaña. El segundo reto-miedo que
tuvo que encarar fue una especie de “discriminación por la bici
que tienes. Yo tenía mi bicicleta, que según yo cumplía con los
requisitos, pero cuando entras, te das cuenta que no es más que una
bici de juguete”.
“No sé nada, yo quiero aprender”, dijo sin titubear cuando le
preguntaron su experiencia. “La verdad es que me hacían un poquito
el feo por mi bici y por ser mujer”.
"Me hacían un poquito el feo por mi bici y por ser mujer". Foto: César Montaño
En aquel entonces, compró una bicicleta “inalcanzable”, de
carbón y tope de gama, que ya con descuento pagó en 28 mil pesos. Y
comenzó a salir con el grupo. “Sí me daba miedo, pero quería
hacerlo. Mi primera ruta de montaña, ya sin los perros fue una
nocturna. No podía dejar de ir, porque si rechazaba, no me iban a
volver a invitar. Así que, sin decir nada, me aventé y ellos no se
enteraron que era mi primera vez. Ya cuando vi la ruta de día pensé
en cómo le había hecho para bajar por ahí de noche”, platica
Addy.
Después
de la montaña, la ciclista se enteró de que también existía el
Enduro, un tipo de ciclismo de montaña que combina el cross
country
(subidas y bajadas por caminos técnicos, pero muy sencillos) y el
down hill
(puro descenso con brincos y muy técnico). Y empezó a practicarlo.
El problema fue que de sus conocidos que hacían montaña, “nadie
quería competir” y a ella se le metió la idea de hacer Enduro de
manera profesional. Así que por tercera ocasión, prendió su
computadora y buscó a profesionales en redes sociales. Y los
encontró...
Sin embargo, apareció su tercer reto-miedo a vencer: no la
invitaban a los entrenamientos porque era mujer y los hombres se
justificaban diciendo que irían a una “ruta muy pesada”. Un
tiempo, un ex novio que también competía entrenaba con ella, pero
luego ya no. Con la idea fija de continuar y porque no le quedaba de
otra, Addy montó sus dos corpulentos perros y su bicicleta a un
transporte y empezó a irse sola a la montaña los fines de semana,
actividad que tenía que emparejar con su profesión de publicista.
Addy empezó a irse sola a la montaña los fines de semana, actividad que tenía que emparejar con su profesión de publicista. Foto: Addy Resendez
Desde 2012, cuando compró a sus dos canes y empezó con el
ciclismo de trineo, hasta que inició con el ciclismo de montaña más
en serio, pasó un año. En mayo de 2013 comenzó a practicar Enduro
y en febrero de 2014 llegó “muy nerviosa y temblando” a su
primera competencia en Amecameca (apodada en esos entonces como la
Meca del Enduro), en la que eran 80 personas y sólo dos
mujeres, ella y otra chica de Guadalajara, que fueron las primeras
dos en competir en la disciplina en el país.
En esa primera competencia “me caí treinta mil veces, pero en
lugar de pensar 'ya no quiero volver', mejor dije: 'me caí, pero
quiero continuar, a pesar de los moretones'”, cuenta la publicista.
Terminó la carrera 15 minutos más tarde que la otra mujer y “bien
moreteada”, además de que ambas se perdieron en la montaña por un
buen tiempo. La experiencia sirvió para que Addy palpara a la perfección sus siguientes reto-miedos: no tener la técnica adecuada de manejo,
ni la mejor bicicleta, además del temor a los caminos más empinados
y a las caídas. Pero siguió rodando...
Casi dos años más tarde, la ciclista se la vive en el Desierto de los
Leones o en el Ajusco, con sus perros guardianes y su fiel bicicleta –ya una tercera, cuyo
precio no quiere ni revelar en voz alta y sólo nos lo escribe en una servilleta–. Después de siete fechas, conquistó
el campeonato de Enduro 2015 en primer lugar y los que no la
invitaban a rodar, ahora no titubean en llamarla.
"Es tiempo de quitarse el estigma de que las mujeres no podemos", dice la ciclista. Foto: Addy Resendez
Para ella, la “montaña es muy emocionante; todo un reto”,
además de una experiencia satisfactoria, que mezcla sus pasiones: la
naturaleza, la bicicleta y sus perros.
¿Qué recomienda a las mujeres que quieren empezar en el ciclismo
o en el Enduro? Solamente que se les quite el temor: “dar ese
brinquito al miedo”. Un consejo tan simple, pero a la vez
tan profundo, que podría ser aplicable a cualquier situación en la
vida de cualquier persona. “Nos vamos a caer en la montaña. Sí.
Pero también en la ciudad. Es tiempo de quitarse el estigma de que
las mujeres no podemos. Podemos hacer lo mismo que los hombres,
claro, a otra velocidad, a otra fuerza, a otro tiempo, pero lo vamos
a poder hacer”, dice con una seguridad que brota desde el estómago.
Desde que comenzó en el ciclismo de montaña, la meta de Addy fue
“jalar más chicas, porque somos poquitas. Que ellas vean que
estamos presentes para que se motiven. Este 2015, se juntaron más
mujeres, porque descubrieron que el Enduro es divertido y conjunta
naturaleza, competencia y hermandad”. Ahora, invita a todas las
jóvenes, a las que les interese el ciclismo, a buscar a la gente que
se dedica a eso y a buscarla a ella, porque “la verdad es que
cuesta trabajo encontrar personas que lo hagan y además sean
mujeres”.
“So I lit a fire, isn't it good, norwegian wood”, Los Beatles
Filipinos levantaron sus bicicletas el domingo 13 de diciembre, como estandarte para protestar contra el acuerdo climático alcanzado en la COP21 de París, ya que no incluye sanciones para . Foto Ap
Varias preguntas o afirmaciones negativas surgen entre los escépticos ante el planteamiento, según se puede leer en los comentarios en redes sociales ante la noticia. Así podrían ser algunas de las respuestas, con base en la información del ayuntamiento de Oslo:
Oslo apuesta por el ciclismo. La capital noruega renta una bicicleta por 100 coronas noruegas (12 euros), las 24 horas del día, por un tiempo máximo de uso 3 horas seguidas. Foto visitoslo.com
1. ¿De qué se trata el plan? El nuevo gobierno municipal
(una coalición del partido verde, el socialista y el laborista)
tiene toda una propuesta integral y bien estructurada que apunta a
reducir la mitad de sus emisiones contaminantes para 2020 y alcanzar
una sociedad libre de combustibles fósiles para 2050; es decir,
convertise en unaecociudad sustentable.
2. Suena muy bonito, pero ¿cómo le piensan hacer esos
noruegos soñadores? Bueno, no
es un sueño al aire. La iniciativa política coordina varias
aristas:
Se prohibirá la
circulación de vehículos privados en el centro de Oslo
Se construirán 60
kilómetros de carriles de bicicletas
Se invertirá en transporte
público eficiente
3. Y los viejitos e
incapacitados, ¿qué? Son los
únicos que podrán circular en automóviles privados.
4. ¿Y los demás?
Les quedan varias opciones:
caminar, usar la bicicleta, el autobús y los tranvías, que podrán
seguir circulando.
El uso del tranvía es parte del transporte verde de la capital noruega. Foto visitoslo.com
5. ¿Cuánto les va a
durar el numerito? Es una
medida de carácter permanente; no sólo, una idea en lo que llega
otro gobierno y la echa para atrás. No será como las iniciativas de París o
México, que cierran un tramo del centro al tráfico vehicular un
día a la semana; sino que se aplicará 24 horas, los 365 días del
año. ¡De verdad una capital sin autos!
6. Seguro que lo
pueden hacer porque son una ciudad con tres gatos: Pues
no tres, pero sí son pocos comparados con otras capitales. Oslo
tiene 600 mil habitantes y un total de 300 mil autos. No sería lo mismo aplicar la medida en megalópolis como París (16 millones de habitantes en la zona metropolitana) o la ciudad de México (poco más de 23 millones también en el área metropolitana, según el conteo del Inegi de 2010). Sin embargo, la capital parisina ha implementado exitosos modelos de "Un día sin auto" y la mexicana va en camino de que funcionen mejor sus programas al respecto. Es un inicio.
7. ¿Para qué hacer
algo así, si pueden seguir cómodos en sus autos? Los
noruegos piensan en la contaminación ambiental y en dejar de
esperar a que los demás resuelvan su parte. Proponen poner su
granito de arena para reducir sus propios gases de efecto
invernadero a corto plazo, así como su uso de combustibles fósiles.
Nos recuerdan que en 2012, 7 millones de personas murieron por la polución, según un estudio de la OMS.
8. ¿Por qué tomar la medida ahorita, si son pocos y no
están contaminados ni nada? Y
por qué no actuar antes y no esperar a tomar medidas de urgencia
como París, que en marzo pasado tuvo que recurrir a un no circula de 24 horas. O como
China, que apenas hace unos días decretó alerta roja por contaminación en una Pekín que se volvió, una vez más, una ciudad
enterrada bajo el esmog, en la que cientos de sus ciudadanos tuvieron
que correr a los hospitales por enfermedades respiratorias y otros
tantos millones, quedarse en sus casas para no exponerse a los
tóxicos del ambiente.
Pekín casi desapareció en una densa nube de esmog a finales de noviembre. Foto Reuters
9. ¿Qué otras ventajas tendrá eliminar los autos de Oslo?
Además del factor ambiental,
se estima que los accidentes se reducirán, por obvias razones; los
noruegos harán más ejercicio y además fortalecerán su sentido de
comunidad.
11. Deberían de hacer como Alemania, el rey de la tecnología
automovilística. ¿Para qué usar la bici si se inventó el auto; no sería retroceder? Pues
no es tan así... Mientras la industria alemana anda vendiendo
automóviles con motores de diesel alterados, para que parezca que tienen menos
emisiones, por todo el mundo, adentro del país nadie pensaría que
los ciudadanos tienen más bicis que autos. En 2014, un 81
por ciento de los hogares germanos tenía al menos una bici, mientras
que un 77% poseía un automóvil. Y la tendencia crece…
12. Noruega es un caso aislado.
De ninguna manera. Es resultado de años de estrategias exitosas en
varias capitales del mundo para promover el uso del transporte
público, las piernas y la bicicleta, en detrimento de los autos.
Baste nombrar París, cuya
alcalde Anne Hidalgo ha
implementado una estrategia integral para prohibir los vehículos
diesel para 2020 en el centro de la ciudad, aparejada del
mejoramiento del transporte público y de las ciclovías, así como de la promoción del uso de la bici. Y bueno, ni
hablar de Colombia, que se convirtió en el paraíso ciclista
latinoamericano durante el gobierno del alcalde y amante de las bicicletas y de la botánica, Enrique Peñalosa,
que considera que un ciclista con una bici de unos cuantos pesos es
igual de importante que un automovilista con un coche de miles de
pesos, quien por cierto fue recién relecto hace unos días y su programa contiene incentivar aún más el velocípedo.
Foto Reuters
Los anteriores son tan sólo dos
ejemplos de iniciativas por el espacio del blog, pero podríamos
seguir con varias orbes que invierten sus energías en
esfuerzos similares para alcanzar la meta de más peatones, más ciclistas, más usuarios de transporte público y menos autos, como el caso de Helsinki, Hamburgo,
Madrid, Bruselas, Milán, Londres, Copenhague, Roma, Johannesburgo y nuestra ciudad de México, que por más criticable que pueda ser la estrategia capitalina y tantas cosas que falten por mejorar, ya es un inicio.
El objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero y palpar la idea de un planeta libre de emisiones
fósiles y, por lo tanto, un mundo menos contaminado. Como se
mencionó en el Editorial del domingo de La Jornada: “Para
lograr este propósito no basta con la buena voluntad de los
gobiernos participantes en cumbres como las referidas [la COP21]. Se
requiere, en cambio, de la acción colectiva de los ciudadanos” y
desarrollar estrategias conjuntas e integrales como usar menos autos,
consumir menos, reforestar, desarrollar la conciencia social y de
comunidad, entre tantas otras medidas que parecieran imposibles, pero
ahí están, al alcance del granito arena de todos.
Cuando algunos piensan que el ave de un mundo más ecológico y en
armonía con la naturaleza ya voló, iniciativas como la de Oslo
encienden una lucecita que se suma a las demás de todo el globo.
Pero esto es tan sólo una opinión..., ¿ustedes qué
piensan?, ¿cómo podemos respirar mejor y no ahogar nuestro futuro en un mundo grisáceo e irrespirable?
Una ciudad de México, bajo nivel de precontingencia ambiental. Foto José Antonio López / La Jornada
“Buscando el bien de nuestros semejantes,
encontraremos el nuestro”, Platón
"El bien se hace, pero no se dice", fue una de las lecciones más valiosas que dio a sus hijos Gino Bartali (1914-2000), uno
de los mejores y más célebres ciclistas del mundo, quien cumplió
la máxima al pie de la letra hasta la tumba. Fue hasta después de
su muerte en el año 2000, cuando se conoció que, con ayuda de su
fiel bicicleta, se jugó la vida para salvar a 600 judíos de la
persecución nazi, una historia no tan conocida como la de Oskar
Schindler, quien cobijó a unos mil 200 hebreos durante el
Holocausto, o la de Nicholas Winton, el británico que desvió el
destino de cientos de niños checos de los campos de concentración.
Por su carácter algo seco y su
voluntad de hierro, a Bartali lo apodaban Ginettaccio,
que podría traducirse como Gino
El Malo. Era una especie de héroe nacional italiano, ya
que conquistó tres Giros de
Italia y dos ediciones del Tour de Francia… Sin embargo, nadie imaginaba
que durante sus entrenamientos por las carreteras de su natal
Toscana, transportaba escondidos en los tubos del cuadro de su
bicicleta y debajo de su asiento, fotografías y documentos para
fabricar identidades falsas, que usarían cientos de judíos para
escapar del regimen nazi, en una misión que se prolongó dos años
(entre 1943 y 1944).
“Me estoy entrenando”, solía
responder sin ningún titubeo a cualquier policía que osaba
detenerlo e interrogarlo en los caminos secundarios de la Toscana y de Umbría, ya
que en tiempos de guerra estaba prohibida cualquier competencia,
pero no el entrenamiento. El Ginettaccio avanzaba
por las carreteras con un jersey
con su nombre, por lo que recibía hasta efusivos saludos de los
soldados, que lo reconocían como una estrella deportiva. En general, a
casi nadie le parecía inusual verlo rodando, ya que para 1943 había
ganado su primer Tour de Francia (1938), un triunfo que incluso fue
ampliamente explotado por la propaganda del régimen de Mussolini.
¿Quién en su sano juicio dudaría del ciclista consentido del
dictador, además miembro de la Acción Católica?
Bartali fue también uno de los últimos representantes del ciclismo clásico, en el que la capacidad física y
la tenacidad contaban más que la técnica. En crónicas para el
Corriere della Sera,
se le describe bebiendo vino tinto y fumando entre las etapas del
Giro de 1949, algo impensable en la actualidad.
En toda su carrera, Bartali conquistó 91 victorias, lo que marcó
su nombre en la historia del ciclismo. Sin embargo, tras la guerra lo
persiguió la acusación de ser el deportista de los fascistas, aquél
apoyado por Mussolini. A pesar de ello, no buscó defender su nombre y, en vez de eso, guardó silencio y mantuvo el
secreto de su heroica hazaña.
Fue muchos años después, en 2003, cuando se descubrieron
varios cuadernos de Giorgi Nissim, el judío que orquestó
la operación de salvamento de hebreos italianos. En los apuntes, se narra la operación
de una red clandestina dedicada a preservar cientos de vidas,
cimentada en las piernas de acero del ciclista.
En septiembre de 2013, Gino Bartali recibió el reconocimiento
israelí Justo entre las Naciones y actualmente se considera héroe
nacional de Italia. Post mórtem, el deportis fue condecorado
públicamente por un triunfo más, aunque no de tinte deportivo: el
de salvar el destino de 600 personas, que de otra manera habrían
terminado su vida quizá en Auschwitz, donde murieron 5 mil 595
hebreos italianos.
Hoy, vale la pena replicar una enseñanza más que dejó el
ciclista a sus hijos: “Ciertas medallas se cuelgan en el alma, no
en la chaqueta”.
Queda por aquí una de las piezas compuestas por Ennio Morricone para la miniserie de televisión italiana dedicada al ciclista: Gino Bartali - L'intramontabile:
Después de enterarnos de una cantidad considerable de robos a
ciclistas en la ciudad –tanto en las calles a mano armada, como en
los trabajos y hasta dentro de los edificios o estacionamientos
designados–, que llegó al extremo ayer con el hurto de la bicicleta valuada en 40 mil pesos del embajador alemán en México, Viktor Elbling, en pleno
día, en plena explanada de Bellas Artes y en pleno Centro Histórico,
sólo podemos decir, extrapolando una cita de Julio Cortázar:
Cuidado, ladrones de velocípedos, no ocurra que “las bicicletas
amanezcan un día cubiertas de espinas, que las astas de sus
manubrios crezcan y embistan, que acorazadas de furor arremetan en legión contra” ustedes.
A continuación,
el texto completo del escritor argentino dedicado, podría decirse, al ciclismo metafísico:
Vietato introdurre biciclette¹
Julio
Cortázar
Ciclismo metafísico. Julio Cortázar posa en bicicleta en La Habana, Cuba, en 1980. Fotografía de Carol Dunlop
En los bancos y
casas de comercio de este mundo a nadie le importa un pito que
alguien entre con un repollo bajo el brazo, o con un tucán, o
soltando de la boca como un piolincito las canciones que me enseñó
mi madre, o llevando de la mano un chimpancé con tricota a rayas.
Pero apenas una persona entra con una bicicleta se produce un revuelo
excesivo, y el vehículo es expulsado con violencia a la calle
mientras su propietario recibe admoniciones vehementes de los
empleados de la casa.
Para una bicicleta, ente dócil y de conducta modesta, constituye
una humillación y una befa la presencia de carteles que la detienen
altaneros delante de las bellas puertas de cristal de la ciudad. Se
sabe que las bicicletas han tratado por todos los medios de remediar
su triste condición social. Pero en absolutamente todos los países
de esta tierra está prohibido entrar con bicicletas. Algunos
agregan: “y perros”, lo cual duplica en las bicicletas y en los
canes su complejo de
inferioridad.
Un gato, una liebre, una tortuga, pueden en principio
entrar en Bunge & Born o en los estudios de abogados de la calle
San Martín sin ocasionar más que sorpresa, gran encanto entre
telefonistas ansiosas o, a lo sumo, una orden al portero para que
arroje a los susodichos animales a la calle. Esto último puede
suceder, pero no es humillante, primero porque sólo constituye una
posibilidad entre muchas, y luego porque nace como efecto de una
causa y no de una fría maquinación preestablecida, horrendamente
impresa en chapas de bronce o de esmalte, tablas de la ley
inexorables que aplastan la sencilla espontaneidad de las bicicletas,
seres inocentes.
De todas maneras, ¡cuidado, gerentes! También las
rosas son ingenuas y dulces, pero quizá sepáis que en una guerra
de dos rosas murieron príncipes que eran como rayos negros, cegados
por pétalos de sangre. No ocurra que las bicicletas amanezcan un
día cubiertas de espinas, que las astas de sus manubrios crezcan y
embistan, que acorazadas de furor arremetan en legión contra los
cristales de las compañías de seguros y que el día luctuoso se
cierre con baja general de acciones, con luto en veinticuatro horas,
con duelos despedidos con tarjeta.
¹Tomado de Cortázar,
J. (2000). Historias de cronopios y de famas, Madrid,
Alfaguara, p. 32.
Con
cariño, para la matemática siria Yori, que ahora vive en Bélgica.
Es
tiempo. Ahora o nunca. Debes salir de Siria. No hay muchas opciones.
Ni siquiera eres musulmana; tu fe es ortodoxa y aún así te atacan.
Tienes estudios de Matemáticas por la Universidad de Damasco. No lo
entiendes. ¡¿Por qué?! Hace 15 años todo pintaba distinto: próspero
para tu familia. Ahora, tu pueblo natal no tiene ya ni luz. Seguro tu
hermana que vive en Berlín te va a ayudar. Pero, ¿cómo alcanzarás
la tierra prometida, sin pasar por el cementerio en el que se ha
convertido el Mediterráneo? Quizá cruzar el Ártico en bicicleta es
tu mejor opción, según te cuenta un amigo de la infancia por
Facebook.
Video: Afp
Te
gusta leer, estar al tanto. Como has podido, te has enterado de las
noticias y los conocidos de tus conocidos te han relatado historias de
horror en el Mediterráneo, por donde han cruzado este año 850 mil
571 refugiados (más de la mitad, sirios como tú), y en donde se han
ahogado 3 mil 485 personas en el intento, según la cifra de Acnur del 19 de noviembre pasado.
En las páginas de Facebook de migrantes y refugiados, has leído
vivencias que te enchinan la piel en el paso de Lampedusa y Lesbos.
Has visto fotos de éxodos interminables de familias enteras cruzando
a pie los Balcanes, para acabar hacinadas en lo que bien podrían ser campos de concentración, de los más tenebrosos tintes
hitlerianos.
Migrantes cruzan en bicicleta la frontera entre Rusia y Noruega, en la estación fronteriza en Storskog, en imagen del 16 de noviembre. Foto Jonathan Nackstrand / Afp
No.
Ése no es tu destino. No serás una más que se resbala y se desploma por la borda de una balsa de plástico, en la que no cabe ya ni un alfiler. No serás
uno más atorado en el limbo fronterizo entre Serbia y Hungría.
Recuerdas como ayer, que hace 15 años tu sueño y el de tus amigos
era ahorrar lo más posible y comprar un auto. Hoy, tu anhelo más
preciado es preservar la vida.
Para
ti en este momento, la única ventaja de que el presidente ruso
Vladimir Putin apoye al régimen del sirio Bashar al Assad es que no
necesitas más que pagar una visa de estudios o de negocios y un
boleto de avión para llegar Moscú, lo que te costará unos mil 500
dólares. Mohamed, tu compañero de cuando eras niña, lo logró. Una
vez ya en territorio ruso, por lo que te ha dicho, gastarás otros
mil 500 dólares, que en realidad no significan mucho más de lo que
te cobrarían unos turcos para llevarte en ferry, en una peligrosa
travesía por el Egeo hasta Grecia.
Con
esa cantidad, podrás ir de la capital rusa en tren hacia el norte, hasta un
lugar llamado Murmansk. Repite: Mur-man-sk. Será importante que
pronuncies bien. Deben entenderte a la primera. De ahí, te encaminarás a
Nikel, ya a sólo una veintena de kilómetros de Noruega. Debes
llevar varios euros, dice Mohamed, porque entonces comprarás una bicicleta de niño (más barata que la de adulto), fabricada improvisadamente por los rusos. La usarás para cruzar tan sólo 120 metros entre territorio ruso y noruego, al que entrarás de la manera más legal. Abandonarás tu transporte en un cementerio de bicicletas, mas no de humanos,
donde será recogida al tercer día por las autoridades para ser
despedazada.
Cementerio de bicicletas en la estación fronteriza noruega en Storskog, en imagen del 16 de noviembre. Foto Jonathan Nackstrand / Afp
Debes
apresurarte. Inicia diciembre y apremian las nevadas en el extremo norte europeo. Los refugiados “han visto la ruta como una
entrada segura hacia Europa. Pero esto va a cambiar con el invierno.
Se puede convertir en un camino extremadamente peligroso, incluso más
arriesgado que cruzar el Mediterráneo en bote”, debido a las
tormentas de nieve repentinas que podrían ser fatales para los
ciclistas, según contó a la Afp el secretario de Estado noruego Joran Kallmyr, el pasado 12 de noviembre.
Mientras sigues dándole vueltas al plan, tu
abuela te pregunta si estás segura de perder los ahorros de una vida
y vender todo lo que posees, para aventurarte y llegar a una tierra
donde no hay ni Sol. “No necesito Sol. Sólo necesito una vida normal”, le respondes, mientras empacas un mapa, una foto de tus
padres, tres mudas de ropa y el abrigo más caliente que tienes en
una bolsa negra de basura.
Bicicletas usadas por refugiados para cruzar la frontera entre Rusia y Noruega, en Storskog, en imagen del 16 de noviembre. Foto Jonathan Nackstrand / Afp
*El texto anterior es una historia ficticia, basada en testimonios reales de
refugiados sirios.
Cuentan que cada vez que resuena una campana, un ángel recibe sus alas. Este domingo, la esquina de avenida Reforma con Acuario se inundó con la música de las campanillas de varias bicicletas, al tiempo que estalló el conmovido aplauso de quienes asistieron a la protesta-happening, convocada en memoria de los ciclistas que han perdido la vida en las calles de la ciudad, en especial de Monserrat Paredes y Felipe Torres, que murieron arrollados esta semana.
Decenas de personas, algunas con girasoles o rosas en mano, otras
con bicicletas por delante y cascos bajo el brazo, se organizaron en
un círculo en torno a un pequeño memorial, en el que sobresalía
una velita que emitía la luz de la vida y la esperanza. En el centro
del altar, dominaba un esténcil de mariposa y otro con la leyenda
“Compartamos la calle” (convertida en hashtag en redes
sociales). Algunos aerosoles de colores esperaban inmóviles que más
tarde la familia de Monserrat y los asistentes intervinieran Reforma
con un colorido camino de mariposas.
#CompartamosLaCalle es el hashtag para exigir a la autoridad un programa de seguridad vial integral
“No se trata de buscar, linchar, ni vengarnos; en nuestros
corazones no existe eso. Si la vida de
mi hija va a servir para un verdadero cambio, debemos empezar todos.
Y no se trata nada más de una niña, sino de cientos de familias de
personas que han perdido la vida. Debe haber un cambio profundo y voy
a pelear por ello”, aseguró el padre de Monserrat, Gabriel
Paredes, quien se dijo indignado no sólo por su hija, sino por los
miles de casos que han quedado en “el limbo” ante la autoridad.
Por ello, afirmó estar dispuesto a comenzar proyectos para mejorar
la seguridad vial, “desde el amor”, y a colaborar con quien esté
interesado en ello, en una intervención que quebró hasta las
lágrimas a varios de los asistentes.
El padre de Monserrat, Gabriel Paredes, se dijo "indignado" por los miles de casos de ciclistas muertos que se han quedado en el "limbo" ante la autoridad
“Estamos rotos por los 22 ciclistas que han muerto este año”
y también por las tres personas que fallecen cada día en la capital
–según datos del Consejo Nacional para la Prevención de
Accidentes–, aseguró Bicitekas, la organización convocante de
la protesta que tuvo lugar en la puerta 8 de Chapultepec este 22 de
noviembre, en el lugar en que la víctima de 22 años fue atropellada
por un microbús que invadió el carril ciclista el martes pasado.
Varios asistentes al Paseo Dominical detuvieron su rodada para unirse a la protesta
Abrazar a las familias de las víctimas y lanzar un grito por la
seguridad vial, fueron los objetivos de la manifestación ciudadana,
en la que se leyó una carta dirigida al jefe de gobierno, Miguel
Ángel Mancera (@ManceraMiguelMX), y a otras autoridades capitalinas, y se les urgió a
hacer ya un verdadero programa que respete la vida de todos y
garantice la seguridad vial.
La familia de la ciclista atropellada pintó con esténcil la primera mariposa para "reclamar a la autoridad"
La organización ciclista estimó que es necesaria una inversión
de al menos 200 millones de pesos en infraestructura en la ciudad en
2016, con el fin de mejorar la movilidad segura para peatones,
ciclistas, automovilistas, transportistas y todo el que se traslade
en la capital.
Al año mueren mil personas en accidentes de tránsito en la
ciudad de México y por cada 10 de estos, al menos nueve son
prevenibles, refirió Bicitekas, que recordó que “Todos cabemos en
la calle” y llamó a “dejar de culpabilizar a las víctimas”,
ya que “no somos adversarios” y “la ciudad no tiene por qué
ser una selva”. Además, convocó a construir entre autoridades y
ciudadanos un “espacio seguro para todos”.
La protesta se convirtió en esperanza; la muerte, en vida y las
lágrimas, en sonrisas, cuando al terminar el memorial, los
familiares de Monserrat y los asistentes a la manifestación intervinieron
con el vuelo de coloridas mariposas un tramo del carril ciclista en
avenida Reforma.
La madre de Monserrat escribió la leyenda "Eres mi ángel", en el lugar en el que fue atropellada su hija
Protesta #NoMasCiclistasMuertos en el Zócalo capitalino, el 14 de marzo de 2015. Foto María Luisa Severiano / La Jornada
Iba del trabajo a la
escuela en Ecobici en un día entre semana. Avanzaba por el carril
ciclista. Eran más o menos las 6 de la tarde, cuando un microbús
que hizo parada invadió la vía y la dejó
prensada para después atropellarla. Y así, sobre avenida Reforma
fue como terminó su vida a los 21 años, el martes 17 de noviembre.
Sin embargo no; no es una cifra más. Al igual que los otros 200
ciclistas que pierden la vida al año en las calles de México –cifra del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes–, tiene un nombre, una biografía, una familia que la
esperaba en casa, amigos, un trabajo, anhelos y un proyecto de vida.
La muerte de Monserrat
Paredes Alva desató una vez más una ola de indignación.
La organización
ciclista Bicitekas convocó de inmediato a un acto
de protesta este domingo a las 10 de la mañana, en la esquina de
Andador y avenida Reforma, donde falleció la joven. Pidió a los
asistentes llevar pinturas de colores vivos para hacer “un memorial
para Monserrat e intervenir el carril y demandar respeto y acciones
claras del gobierno”.
Entre
las personas que comentaron la publicación en la red social, está
el padre de la difunta Gabriel Paredes: “Soy el papá de Montse y
lo único que les puedo decir es que ella amaba la vida y jamás dañó
a nadie”.
Monserrat Paredes, foto tomada de su Facebook
El Gobierno del
Distrito Federal salió de inmediato a decir que no habría
impunidad. La Procuraduría capitalina abrió una investigación por
homicidio culposo contra quien resultara responsable, y empezó a
revisar las cámaras aledañas al sitio del accidente. Menos de un
día después, la PGJDF ya tenía una respuesta. En un comunicado, informó que identificó al chofer; peritos analizan su implicación en el crimen y en 48 horas se conocerá su situación legal.
La pregunta obligada
es: capturando al conductor e incluso –en un supuesto idílico para
algunos–, refundiéndolo en la cárcel, ¿se evitarían más
atropellamientos ciclistas?
“No hay
indemnización ni decisión jurídica que regrese vidas, pero sí hay
muertes que pueden cambiar futuras decisiones”, escribió en un artículo de Vice Chantal Flores, cuyo cuñado, Gerardo
Pedroza, murió arrollado por estas mismas fechas, pero hace un año,
también al conducir una Ecobici.
¿Cómo se puede hacer
que la muerte de Monserrat y la de los otros 200 ciclistas que
pierden la vida al año no sea en vano?, es un cuestionamiento que
debería girar en la mente de más de uno en estos momentos.
Protesta #NoMasCiclistasMuertos en el Zócalo capitalino, el 14 de marzo de 2015. Foto María Luisa Severiano / La Jornada
Quizá, y es sólo una
idea, es tiempo ya de dejar de concebirnos como bandos opuestos:
ustedes los ciclistas que se suben a las banquetas y se meten por
donde quiera en sentido contrario y por eso los atropellan; ustedes
los automovilistas que se pasan los altos y echan lámina a todo el
mundo y por eso nos atropellan; ustedes los motociclistas que no
respetan a nadie y se meten por cualquier huequito, sin decir
ni “agua va”; ustedes los peatones que se sienten los primeros de
la cadena y hechos de plástico… Quizá es tiempo ya de
no enfrascarnos más en una discusión a partir del argumento de “el
otro tiene la culpa”, y mejor comenzar a pensar que todos los días
se pierden vidas: vidas de peatones atropellados, de ciclistas
aventados, de choferes que chocaron... y todas son igualmente
importantes y salvables si empezamos a pensar en el otro como un
igual.
Puede ser el momento
de olvidar la idea del otro como
un culpable y empezar a formular soluciones conjuntas para
combatir el problema sustancial: la falta de educación vial del que
anda en dos ruedas, en cuatro, a pie, en tráiler, en moto o en
microbús.
Según como las
autoridades construyan más y mejores ciclopistas; desarrollen
estrategias más completas y efectivas de movilidad, y promuevan una
educación más adecuada; sumado a la cultura vial que ejerzamos
todos los que nos movemos en esta megalópolis, depende que dejen de
morir personas en el asfalto día con día y logremos la meta de “Ni
un ciclista muerto más”, “ni un conductor muerto más” y “ni
un peatón muerto más”.