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Protesta #NoMasCiclistasMuertos en el Zócalo capitalino, el 14 de marzo de 2015. Foto María Luisa Severiano / La Jornada |
Iba del trabajo a la
escuela en Ecobici en un día entre semana. Avanzaba por el carril
ciclista. Eran más o menos las 6 de la tarde, cuando un microbús
que hizo parada invadió la vía y la dejó
prensada para después atropellarla. Y así, sobre avenida Reforma
fue como terminó su vida a los 21 años, el martes 17 de noviembre.
Sin embargo no; no es una cifra más. Al igual que los otros 200
ciclistas que pierden la vida al año en las calles de México –cifra del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes–, tiene un nombre, una biografía, una familia que la
esperaba en casa, amigos, un trabajo, anhelos y un proyecto de vida.
La muerte de Monserrat
Paredes Alva desató una vez más una ola de indignación.
La organización
ciclista Bicitekas convocó de inmediato a un acto
de protesta este domingo a las 10 de la mañana, en la esquina de
Andador y avenida Reforma, donde falleció la joven. Pidió a los
asistentes llevar pinturas de colores vivos para hacer “un memorial
para Monserrat e intervenir el carril y demandar respeto y acciones
claras del gobierno”.
“¡Transitar
por la ciudad en bici o a pie NO puede seguir siendo un riesgo!”,
se lee en la cuenta de Facebook de la organización, en un post que
hasta el momento lleva 43 mil 767 likes,
y contando...
Entre
las personas que comentaron la publicación en la red social, está
el padre de la difunta Gabriel Paredes: “Soy el papá de Montse y
lo único que les puedo decir es que ella amaba la vida y jamás dañó
a nadie”.
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Monserrat Paredes, foto tomada de su Facebook |
El Gobierno del
Distrito Federal salió de inmediato a decir que no habría
impunidad. La Procuraduría capitalina abrió una investigación por
homicidio culposo contra quien resultara responsable, y empezó a
revisar las cámaras aledañas al sitio del accidente. Menos de un
día después, la PGJDF ya tenía una respuesta. En un comunicado, informó que identificó al chofer; peritos analizan su implicación en el crimen y en 48 horas se conocerá su situación legal.
La pregunta obligada
es: capturando al conductor e incluso –en un supuesto idílico para
algunos–, refundiéndolo en la cárcel, ¿se evitarían más
atropellamientos ciclistas?
“No hay
indemnización ni decisión jurídica que regrese vidas, pero sí hay
muertes que pueden cambiar futuras decisiones”, escribió en un artículo de Vice Chantal Flores, cuyo cuñado, Gerardo
Pedroza, murió arrollado por estas mismas fechas, pero hace un año,
también al conducir una Ecobici.
¿Cómo se puede hacer
que la muerte de Monserrat y la de los otros 200 ciclistas que
pierden la vida al año no sea en vano?, es un cuestionamiento que
debería girar en la mente de más de uno en estos momentos.
Posiblemente la
respuesta nos la da la propia encuesta anual del programa
gubernamental de la Ecobici... En su edición 2014, arrojó que la principal dificultad para andar en bicicleta en la ciudad es nada menos que la “falta de educación vial”. Entonces, el paso lógico
sería atacar esta flaqueza.
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Protesta #NoMasCiclistasMuertos en el Zócalo capitalino, el 14 de marzo de 2015. Foto María Luisa Severiano / La Jornada |
Quizá, y es sólo una
idea, es tiempo ya de dejar de concebirnos como bandos opuestos:
ustedes los ciclistas que se suben a las banquetas y se meten por
donde quiera en sentido contrario y por eso los atropellan; ustedes
los automovilistas que se pasan los altos y echan lámina a todo el
mundo y por eso nos atropellan; ustedes los motociclistas que no
respetan a nadie y se meten por cualquier huequito, sin decir
ni “agua va”; ustedes los peatones que se sienten los primeros de
la cadena y hechos de plástico…
Quizá es tiempo ya de no enfrascarnos más en una discusión a partir del argumento de “el otro tiene la culpa”, y mejor comenzar a pensar que todos los días se pierden vidas: vidas de peatones atropellados, de ciclistas aventados, de choferes que chocaron... y todas son igualmente importantes y salvables si empezamos a pensar en el otro como un igual.
Quizá es tiempo ya de no enfrascarnos más en una discusión a partir del argumento de “el otro tiene la culpa”, y mejor comenzar a pensar que todos los días se pierden vidas: vidas de peatones atropellados, de ciclistas aventados, de choferes que chocaron... y todas son igualmente importantes y salvables si empezamos a pensar en el otro como un igual.
Puede ser el momento
de olvidar la idea del otro como
un culpable y empezar a formular soluciones conjuntas para
combatir el problema sustancial: la falta de educación vial del que
anda en dos ruedas, en cuatro, a pie, en tráiler, en moto o en
microbús.
Según como las
autoridades construyan más y mejores ciclopistas; desarrollen
estrategias más completas y efectivas de movilidad, y promuevan una
educación más adecuada; sumado a la cultura vial que ejerzamos
todos los que nos movemos en esta megalópolis, depende que dejen de
morir personas en el asfalto día con día y logremos la meta de “Ni
un ciclista muerto más”, “ni un conductor muerto más” y “ni
un peatón muerto más”.
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