“Los peores embusteros son nuestros propios
temores”, Rudyard Kipling
Vencer el miedo cuesta trabajo, pero más allá de él se abren
mundos inesperados para el que da el paso, como al que accedió Addy Resendez, quien por mero azar se aventuró en el ciclismo de montaña,
hace apenas cuatro años, y ahora es campeona nacional de Enduro
2015. En el trayecto, fue superando temores propios y retos físicos
y sociales, sobre todo una discriminación hacia las mujeres dentro
del ciclismo de competencia, de la que casi no se habla. Ahora, su
propósito de año nuevo es impulsar el deporte femenino y su primer paso será una rodada principiante de montaña para mujeres el 17 de enero (más información y registro aquí).
Video: Agustín Salgado
Son las 7 de la noche y hemos quedado de ver a Addy (@adiposa) en un cafecito
de la colonia Roma. El sol se escondió ya, cuando a lo lejos la
vemos llegar. La escena hace voltear a más de un curioso, pues entre
las calles ya oscuras se abre paso la joven de 32 años, montada en
dos ruedas y escoltada por dos perros Alaska malamut –que más bien
tendrían que ser Alaska mamut, por su impactante corpulencia–. Al
llegar al café, como todo ciclista precavido, amarra con cuidado su
bicicleta profesional al árbol más cercano y, junto, coloca a sus dos
fieles guaruras de cuatro patas.
La entrevista transcurre entre sorbos de té chai, café, aullidos
dignos de un lobo (de la pareja de canes “consentidos”, que en
todo momento llama a alaridos a su dueña, para recibir una caricia),
así como entre constantes interrupciones de viandantes que se
sorprenden al ver a los perros y se detienen un momento a preguntar
de qué raza son, cómo se llaman, si se pueden tocar sin miedo a
perder la mano o cuántos años tienen.
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La entrevista transcurre entre sorbos de té chai, café, aullidos dignos de un lobo y preguntas de los viandantes curiosos. Foto de la bloguera |
La aventura comenzó cuando Addy compró a los dos “incansables”
Alaska, que bautizó como Ookla y
Sheri, y a los que por más que sacaba a correr y trataba
de cansarlos, sólo se agotaba ella, porque necesitaban más y más
ejercicio. Fue entonces cuando buscó por Internet deportes para la
raza y encontró el mushing,
que es la tracción de trineos con perros. De ahí se unió a un
grupo en Cuautitlán Izcalli. “Como en todo deporte especializado en el país, eran
pocas las mujeres que lo practicaban, y la mayoría sólo iba
acompañando al esposo o novio”, cuenta la también publicista y
especialista en diseño audiovisual.
Del mushing, encontró
la subdisciplina del bikejöring, que
es cuando una persona en patineta o bicicleta es impulsada por
perros. Y del bikejöring, pasó
al dryland: específicamente, un ciclista jalado por canes en una montaña. Así, entró
a las terracerías y bosques del Ajusco, Cahuacán y Peña de Lobos y
descubrió su amor por la velocidad y su pasión añeja por la
montaña –ya que hace unos años fue guía boyscout–,
y decidió empezar con el ciclismo de montaña.
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La aventura comenzó cuando Addy compró a los dos “incansables” Alaska, que bautizó como Ookla y Sheri. Foto: Addy Resendez |
Tiempo de encarar los
reto-miedos...
El primer reto-miedo que la asaltó fue que “no conocía a nadie que
hiciera montaña. Hasta ese momento, todo lo que había hecho era
ciclismo urbanito, en bicis normalitas. El reto inicial
fue conseguir a gente que supiera. “Pagar por que me guiaran no era
una opción, porque mucho tiempo fui scout y hacíamos
campamentos sin cobrar”, narra la joven con una pasión que la
lleva a revivir escenas y emociones, reflejada en un brillo distinto
que inunda sus ojos color avellana.
Con la idea de la montaña en mente y sus dos perros, hizo una
búsqueda online de personas que se avocaran a la disciplina y
sin afán de lucro. Se encontró con el grupo de People for Bikes,
que salía “como cuates” a la montaña. El segundo reto-miedo que
tuvo que encarar fue una especie de “discriminación por la bici
que tienes. Yo tenía mi bicicleta, que según yo cumplía con los
requisitos, pero cuando entras, te das cuenta que no es más que una
bici de juguete”.
“No sé nada, yo quiero aprender”, dijo sin titubear cuando le
preguntaron su experiencia. “La verdad es que me hacían un poquito
el feo por mi bici y por ser mujer”.
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"Me hacían un poquito el feo por mi bici y por ser mujer". Foto: César Montaño |
En aquel entonces, compró una bicicleta “inalcanzable”, de
carbón y tope de gama, que ya con descuento pagó en 28 mil pesos. Y
comenzó a salir con el grupo. “Sí me daba miedo, pero quería
hacerlo. Mi primera ruta de montaña, ya sin los perros fue una
nocturna. No podía dejar de ir, porque si rechazaba, no me iban a
volver a invitar. Así que, sin decir nada, me aventé y ellos no se
enteraron que era mi primera vez. Ya cuando vi la ruta de día pensé
en cómo le había hecho para bajar por ahí de noche”, platica
Addy.
Después
de la montaña, la ciclista se enteró de que también existía el
Enduro, un tipo de ciclismo de montaña que combina el cross
country
(subidas y bajadas por caminos técnicos, pero muy sencillos) y el
down hill
(puro descenso con brincos y muy técnico). Y empezó a practicarlo.
El problema fue que de sus conocidos que hacían montaña, “nadie
quería competir” y a ella se le metió la idea de hacer Enduro de
manera profesional. Así que por tercera ocasión, prendió su
computadora y buscó a profesionales en redes sociales. Y los
encontró...
Sin embargo, apareció su tercer reto-miedo a vencer: no la
invitaban a los entrenamientos porque era mujer y los hombres se
justificaban diciendo que irían a una “ruta muy pesada”. Un
tiempo, un ex novio que también competía entrenaba con ella, pero
luego ya no. Con la idea fija de continuar y porque no le quedaba de
otra, Addy montó sus dos corpulentos perros y su bicicleta a un
transporte y empezó a irse sola a la montaña los fines de semana,
actividad que tenía que emparejar con su profesión de publicista.
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Addy empezó a irse sola a la montaña los fines de semana, actividad que tenía que emparejar con su profesión de publicista. Foto: Addy Resendez |
Desde 2012, cuando compró a sus dos canes y empezó con el
ciclismo de trineo, hasta que inició con el ciclismo de montaña más
en serio, pasó un año. En mayo de 2013 comenzó a practicar Enduro
y en febrero de 2014 llegó “muy nerviosa y temblando” a su
primera competencia en Amecameca (apodada en esos entonces como la
Meca del Enduro), en la que eran 80 personas y sólo dos
mujeres, ella y otra chica de Guadalajara, que fueron las primeras
dos en competir en la disciplina en el país.
En esa primera competencia “me caí treinta mil veces, pero en
lugar de pensar 'ya no quiero volver', mejor dije: 'me caí, pero
quiero continuar, a pesar de los moretones'”, cuenta la publicista.
Terminó la carrera 15 minutos más tarde que la otra mujer y “bien
moreteada”, además de que ambas se perdieron en la montaña por un
buen tiempo. La experiencia sirvió para que Addy palpara a la perfección sus siguientes reto-miedos: no tener la técnica adecuada de manejo,
ni la mejor bicicleta, además del temor a los caminos más empinados
y a las caídas. Pero siguió rodando...
Casi dos años más tarde, la ciclista se la vive en el Desierto de los
Leones o en el Ajusco, con sus perros guardianes y su fiel bicicleta –ya una tercera, cuyo
precio no quiere ni revelar en voz alta y sólo nos lo escribe en una servilleta–. Después de siete fechas, conquistó
el campeonato de Enduro 2015 en primer lugar y los que no la
invitaban a rodar, ahora no titubean en llamarla.
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"Es tiempo de quitarse el estigma de que las mujeres no podemos", dice la ciclista. Foto: Addy Resendez |
Para ella, la “montaña es muy emocionante; todo un reto”,
además de una experiencia satisfactoria, que mezcla sus pasiones: la
naturaleza, la bicicleta y sus perros.
¿Qué recomienda a las mujeres que quieren empezar en el ciclismo
o en el Enduro? Solamente que se les quite el temor: “dar ese
brinquito al miedo”. Un consejo tan simple, pero a la vez
tan profundo, que podría ser aplicable a cualquier situación en la
vida de cualquier persona. “Nos vamos a caer en la montaña. Sí.
Pero también en la ciudad. Es tiempo de quitarse el estigma de que
las mujeres no podemos. Podemos hacer lo mismo que los hombres,
claro, a otra velocidad, a otra fuerza, a otro tiempo, pero lo vamos
a poder hacer”, dice con una seguridad que brota desde el estómago.
Desde que comenzó en el ciclismo de montaña, la meta de Addy fue
“jalar más chicas, porque somos poquitas. Que ellas vean que
estamos presentes para que se motiven. Este 2015, se juntaron más
mujeres, porque descubrieron que el Enduro es divertido y conjunta
naturaleza, competencia y hermandad”. Ahora, invita a todas las
jóvenes, a las que les interese el ciclismo, a buscar a la gente que
se dedica a eso y a buscarla a ella, porque “la verdad es que
cuesta trabajo encontrar personas que lo hagan y además sean
mujeres”.
Para ello, organiza una rodada femenina básica este 17 de enero para chicas principiantes, que de plano “sólo se sepan
montar a una bici”, en donde enseñará la técnica básica y a
olvidarse de ese miedo-estrés que bloquea y no permite avanzar.
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