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La mexicana Bertha Corte se convirtió en la primera mujer en atravesar los 15 mil 547 kilómetros del perímetro de Australia sola y en bicicleta |
Para leer la primera parte de la entrevista…
Una noche de impresionante luna llena en el norte de Australia. Nadie a la redonda. Sólo Bertha Corte en un área de descanso. La fatiga la embarga y se prepara para acampar, cuando escucha aullidos que se aproximan. “Tenga mucho cuidado, porque si va sola... así menuda como está, la pueden atacar los dingos”, le viene a la mente el consejo de un policía unos días atrás. Pasan unos minutos y la manada se acerca amenazante. Los perros salvajes muestran sus puntiguados dientes y bramidos como presentación. La única defensa de la activista y ciclista mexicana: su bicicleta, su mochila, su casco y una pequeña fogata.
“Empecé a ver los
ojitos de los condenados entre los pastizales... Les brillaban con la
luz de la luna. Hice un poco de fuego y con la bomba de mi bici
empecé a golpear lo más fuerte que pude una cacerolita que traía.
Me senté enfrente del fuego con la bicicleta a mis espaldas como
barrera, el casco puesto y la mochila. Estaba aterrada.
'¡Váyanse!, ¡Lárguense!', les grité desde lo más hondo del
estómago sin parar. De las 10 de la noche a las 3 de la mañana, no
dejé de golpear la cacerola, hasta que el cansancio me invadió y me
quedé dormida”, narra Bertha, la mujer que cruzó Australia sola y
en bicicleta en 2013, con el único objetivo de promover la cultura
mexicana.
(Parte I de Hazaña, entrevista a Bertha Corte de Saúl Escobedo)
Al final, “sobreviví”, dice aliviada, con el largo y lento suspiro de una persona que verdaderamente salvó la piel. De los variados retos y riesgos a los que se enfrentó a lo largo de los 15 mil 547 kilómetros que atravesó rodando, los más peligrosos fueron el episodio de los dingos y un malaventurado encuentro con aborígenes australianos en el norte del país, zona que ella misma describe como “el inframundo, donde no hay población, sino puro desierto, donde te inunda la soledad y la nada”.
“No nos gustan las
mujeres. No nos gustan las mujeres blancas y mucho menos las mujeres
blancas en bicicleta”, la amenazó una nativa alcoholizada una
noche. “Si no me dejas tu bicicleta y te largas, mi gente te va a
cortar los brazos, las piernas y los senos y te va a aventar a los
perros salvajes para que te coman”, recuerda la intimidación, aún
con una voz titubeante la mexicana de pálida tez, quien por segunda
vez resguardó su vida al salir rodando a máxima velocidad de aquel
lugar, no sin el terror endureciendo sus venas con cada pedaleo.
(Parte II de Hazaña, entrevista a Bertha Corte de Saúl Escobedo)
Entre las peleas con los dingos, los aborígenes y otras dificultades, como cuando en una ocasión le robaron su bicicleta por unas horas, Bertha aprendió a sobrevivir y a “aprovecharlo todo”. Conforme avanzaba por los paisajes australianos, la gente que le preguntaba por su nacionalidad se horrorizaba al saber que era mexicana. “Allá sólo hay narcotráfico, delincuentes, asesinos y corrupción”, le decían.
Después de mucho escuchar denostaciones hacia México y sus habitantes, fue como “desperté, despertó mi conciencia y encontré mi misión de vida: rodar e ir hablándole a la gente del país extraordinario que tenemos, que va más allá de los cárteles. Hablar de las cosas buenas del territorio mexicano: como un medio ambiente espléndido y una sociedad con un potencial verdaderamente alto”, cuenta la también ecologista.
Tras concluir su
hazaña, Bertha vertió todas sus reflexiones y bitácoras de viaje
en un primer tomo del libro 15,547, un desafío a la mexicana,
cuyas siguientes partes están
en proceso.
Ya en México, comenzó la segunda etapa de su aventura:
recorrer el país en bicicleta y rodar un documental sobre su
periplo, una empresa para la que aún continúa en busca de fondos.
La
mujer de ojos verdes, que se intensifican con un mechón de cabello, maquillaje, aretes,
casco y un jersey del mismo color, rodó ya por 2 mil 124 kilómetros
del Altiplano mexicano. En octubre de 2014, cruzó en bicicleta de
Tijuana a Los Cabos. Un año más tarde, atravesó más de 6 mil
kilómetros de Ensenada a Guadalajara.
Con
muy escaso presupuesto, continúa la travesía para darle la vuelta
al litoral mexicano. “Con mi bicicleta, no necesito más. Requiero de muy poco. Sigo en mi misión de recorrer el país rodando, para
cuidarlo, defenderlo y promoverlo”, remata con una mirada vivaz y la
pasión que infunde cada una de sus palabras.
El libro 15,547 Un desafío a la mexicana
se puede conseguir en la Librería Mandela, en Insurgentes Sur 488,
en la Glorieta Chilpancingo, ala Oriente.
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Bertha Corte continúa con el proyecto de cruzar el litoral mexicano en bicicleta |
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