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Bertha Corte se convirtió en la primera mujer en atravesar el perímetro de Australia sola y sin apoyo |
Cling-cling,
cruje la bicicleta de segunda mano con el pedaleo incesante de Bertha
Corte en una carretera de Australia. Cling, cling, rechinan de
coraje e indignación los dientes de la ecologista de 53 años,
después de que australianos rechazaron hacer negocios con ella y de
varios comentarios desdeñosos hacia los mexicanos porque “son una
raza perdida, con la que no vale la pena ni perder el tiempo”.
Cling-cling, su cabeza da vueltas: “¿Qué puedo hacer para
revertir esta discriminación hacia mi país? Tenemos potencial,
tenemos calidad, somos cálidos, solidarios... Necesito involucrarme,
trazar un buen proyecto”. Cling-cling... Se
aclara su mente: “cruzaré lo más que pueda de Australia en
bicicleta, repartiendo información sobre México”.
Fue
así como en 2013, Bertha comenzó una hazaña que la llevaría, 10
meses más tarde, a convertirse en la primera mujer en recorrer sola
todo el perímetro de Australia en bicicleta: un total 15 mil 547
kilómetros.
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Bertha Corte atravesó en bicicleta 15 mil 547 kilómetros del perímetro de Australia |
Lo
cierto es que desde los 18 años, cuando sufrió un accidente en
bici, no se había subido a una que no fuera de spinning.
Tampoco había acampado nunca. Pero tenía una idea fija... Así que
buscó patrocinios, que no consiguió. Una amiga le regaló un
sleeping. Ella misma
se cosió unas maletas. Agarró los pocos ahorros que tenía y sin
apoyo alguno emprendió la travesía.
“No
le hice caso a nadie. Con miedo, a los 53 años empecé a pedalear yo
solita”, narra la mujer que otrora avocó todas sus energías a
impulsar el reciclaje y el manejo de residuos sólidos en el país y
al fortalecimiento de la sociedad civil, como Coordinadora
Ejecutiva en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD).
El tatuaje que adorna
su mano izquierda no se equivoca: son varias aspas, todas en
contrasentido, para indicar que es una mujer que avanza siempre a
contraviento, según le explicó el indígena maorí que la tatuó
después de “asomarse por unos instantes a su alma”, en un
ancestral ritual. Y sí... a contracorriente emprendió la pedaleada.
Hasta su esposo australiano se opuso: todos los días le enviaba
mensajes de que iba a morir, fotografías de ciclistas atropellados
en carreteras y hasta la amenazaba con ir con las autoridades y
denunciarla porque no tenía la visa adecuada, con tal de que la
deportaran y claudicara. Pero no claudicó.
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A contracorriente, Bertha pedaleó kilómetros y kilómetros desafiando al inclemente clima australiano |
“¿De dónde eres?”,
le preguntaban mientras avanzaba por el país, a ritmo de entre 75 y
100 kilómetros por día. “¿De México? Allá sólo hay
delincuentes, asesinos, narcotráfico y corrupción. Deberías ya
mejor aprovechar y quedarte acá”, le seguían impelando al conocer
su nacionalidad. Entonces, ella sacaba de la mochila, atada a su
portabultos, folletos sobre la belleza del país y hacía su propia
“campaña de contrainformación”.
En cada estación de
radio, periódico o biblioteca pública que encontraba se detenía y
dejaba trípticos sobre México y en algunos daba entrevistas para
hablar sobre las “maravillas del país”. La impotencia y la ira
que en un primer momento la embargaron, se convirtieron con cada
pedaleada en más energía para promover la cultura mexicana.
Conforme avanzaba, sus
ahorros se iban agotando e iba perdiendo kilos, hasta llegar a ser
casi “un esqueleto viviente, sin masa muscular”.
En la bicicleta
cargaba lo más necesario: galletas, sardinas, cacahuates, cinco
litros de agua, herramienta básica, una mochila, cinco mudas de
ropa, su sleeping, su
computadora –que usaba cuando encontraba wi-fi para
escribir y subir parte de su aventura a redes sociales– y
los 500 volantes de información sobre México que no le podían
faltar.
En
un momento se quedó sin dinero y como “allá la gente no es tan
solidaria como acá”, se sentó a pensar en qué haría. En
Facebook, escribió que de verdad quería terminar el trayecto y
prometió que si le depositaban 100 pesos, un día publicaría un
libro y daría un ejemplar a cada persona que la ayudara. Hicieron el
depósito 150 de sus seguidores y con eso fue suficiente para dar la
vuelta a Australia.
“Tuve
miedo todo el tiempo, pero no hubo más que enfrentarlo”, confiesa
Bertha, quien luchó contra dormir en la intemperie, el frío, la
lluvia, el calor inclemente, y hasta con dingos (perros salvajes) y
aborígenes, en un par de ocasiones.
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“Tuve miedo todo el tiempo, pero no hubo más que enfrentarlo”, confiesa Bertha |
Quizá
los kilómetros más difíciles de los casi 16 mil que rodó fueron
los últimos 100. “¿Y si no llego. Y si me quedo en el típico
'ya casi' o en el 'ya merito'?”, se convirtió en la más
recurrente y acosadora idea del tramo final. Pero entonces respondía
con el mayor esfuerzo que le quedaba. Pensaba en la frase muy usada
allá “Go hard or go home” (ve al máximo o regresa a
casa). Y en vez de volver, llevó al extremo su menudo cuerpo y
alcanzó la meta.
Al
concluir, emprendió una tarea más que nunca había hecho: escribir
su aventura y publicarla en forma de una bitácora de viaje, con
fotografías y anécdotas para retratar una verdadera epopeya. El
libro 15,547 Un desafío a la mexicana se
puede conseguir en la Librería Mandela, en Insurgentes Sur
488, en la Glorieta Chilpancingo, ala Oriente.
No
te pierdas la segunda entrega de la historia de
Bertha Corte, la mexicana que cruzó Australia en bicicleta, en el
blog #2Ruedas.
Para leer la segunda parte de la entrevista...
Para leer la segunda parte de la entrevista...
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