"La
muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena,
rica o pobre,
toda
la gente acaba siendo calavera", José Guadalupe Posada
Video: José Carlo González / La Jornada
Regresemos tan sólo unos días al 31 de octubre pasado..., cuando brujas se olvidaron de su escoba y mejor viajaron en bicicleta junto con huestes de catrinas, hombres lobo, zombies, superhéroes e infernales payasos por calles del Centro Histórico, Paseo de la Reforma y Avenida Chapultepec. Todos ellos, convocados en la ciudad de México para formar parte del Paseo Nocturno en Bicicleta de Día de Muertos 2015.
Abajo,
unas cuantas estampas, para imaginar el fantasgamórico ambiente
cletero...
Estampa
1:
“La
muerte va muy lenta”, se queja un pequeño cadáver de unos cinco
años con su mamá vampira, mientras ambos pedalean dos veces... y se
detienen; dos pedaleos más... y se detienen entre
tanta gente. Frente a ellos, una joven neófita en las artes de la
bicicleta –disfrazada de seductora calavera–, avanza a paso
trastabillado entre tantos monstruos en bici.
El
Paseo Nocturno de Día de Muertos sorprendió hasta a las autoridades
capitalinas con sus casi 100 mil asistentes, lo que hizo la rodada
“muy lenta” para el gusto de muchos, aunque “muy divertida y
energizante” para la mayoría. El evento más concurrido de este
tipo había sido hace unos meses el de Primavera, que contó con la mitad de participantes: unos 48
mil.
Estampa
2:
Cuentan
que entre las cientos de miles de bicicletas que rodaron por las atestadas calles del centro y Reforma y un tenebroso y oscuro bosque de Chapultepec había de ruta,
urbanas, de mensajero, plegables, eléctricas, dobles, triples,
triciclos, fixies,
choppers,
de montaña, de triatlón, fat
bikes,
ecobicis, down
hill
y hasta monociclos...
Además,
desfilaban velocípedos de toda talla y precio; pero entre tanta
gama, había una que llamaba enormemente la atención por encima de
las demás, y que sólo un puñado de elegidos tuvo oportunidad de
ver para sentir escalofríos: aquélla que seguía en todo momento un
camino de flores de cempasúchil amarillas y que avanzaba sin
conductor.
Estampa
3:
Con
el rostro pálido persigue los recuerdos que se le fueron. Las
huesudas piernas le tiemblan cuando el frío nocturno avanza desde el tobillo hasta el muslo. Rueda con la vista fija al frente,
porque no se atreve a mirar ni de reojo la oscuridad del denso
bosque.
“¡Catrina!”,
le grita con furia y voz ronca un hombre lobo que sale
intempestivamente de entre los árboles. Un ruido seco se esparce
cuando ella cae de susto en el sendero, con todo y su vehículo de
dos ruedas. La luna en cuarto menguante. 31 de octubre.
Estampa
4:
La
muerte llora en un bar de Isabel la Católica entre copas. Las ojeras
negras de pintura se le escurren al ritmo de su dolor y arrasan con
la brillantina de su rostro, que sigue el fluir de las lágrimas.
Tendrá apenas unos 19 años y llora su primera caída en bici. Su acompañante la abraza por la cintura y se tiñe los labios de pintura blanca tras besarle la mejilla. La muerte sonríe desde el estómago: “Estuvo divertido”, dice, mientras regresa el mimo cariñosamente a su comparsa. Las 11:59 pm. Casi medianoche.
Pendiente
queda el próximo Paseo Nocturno en la ciudad de México. Para los
indecisos, habrá unos meses para prepararse, pues será en febrero
de 2016 por el Día del Amor y la Amistad. Veremos si rompe el récord
de los 100 mil ciclistas...
Es con esta primera entrada como inicia el blog "Letras en dos ruedas", como un reto en el que la cultura de la bicicleta será el objetivo. Bienvenidos los cleteros, los no cleteros,
los peatones, los automovilistas, los que viajan en transporte
público, en monopatín, patineta, motocicleta, patines y todos los
viajeros que se desplazan día con día.
*Las fotografías sin crédito indicado son de la autora del blog.
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